lunes, 12 de octubre de 2009

La gente que me gusta

Me gusta la gente que vibra, que no hay que empujarla, que no hay que decirle que haga las cosas, sino que sabe lo que hay que hacer y que lo hace. La gente que cultiva sus sueños hasta que esos sueños se apoderan de su propia realidad.


Me gusta la gente con capacidad para asumir las consecuencias de sus acciones, la gente que arriesga lo cierto por lo incierto para ir detrás de un sueño, quien se permite, huir de los consejos sensatos dejando las soluciones en manos de nuestro padre Dios.

Me gusta la gente que es justa con su gente y consigo misma, la gente que agradece el nuevo día, las cosas buenas que existen en su vida, que vive cada hora con buen ánimo dando lo mejor de si, agradecido de estar vivo, de poder regalar sonrisas, de ofrecer sus manos y ayudar generosamente sin esperar nada a cambio.

Me gusta la gente capaz de criticarme constructivamente y de frente, pero sin lastimarme ni herirme. La gente que tiene tacto. Me gusta la gente que posee sentido de la justicia. A éstos los llamo mis amigos.

Me gusta la gente que sabe la importancia de la alegría y la predica. La gente que mediante bromas nos enseña a concebir la vida con humor. La gente que nunca deja de ser aniñada. Me gusta la gente que con su energía contagia.

Me gusta la gente sincera y franca, capaz de oponerse con argumentos razonables a las decisiones de cualquiera. Me gusta la gente fiel y persistente, que no desfallece cuando de alcanzar objetivos e ideas se trata.

Me gusta la gente de criterio, la que no se avergüenza en reconocer que se equivocó o que no sabe algo. La gente que, al aceptar sus errores, se esfuerza genuinamente por no volver a cometerlos. La gente que lucha contra adversidades. Me gusta la gente que busca soluciones.

Me gusta la gente que piensa y medita internamente. La gente que valora a sus semejantes no por un estereotipo social ni como lucen. La gente que no juzga ni deja que otros juzguen. Me gusta la gente que tiene personalidad.

Me gusta la gente capaz de entender que el mayor error del ser humano es intentar sacarse de la cabeza aquello que no sale del corazón.

La sensibilidad, el coraje, la solidaridad, la bondad, el respeto, la tranquilidad, los valores, la alegría, la humildad, la Fe, la felicidad, el tacto, la confianza, la esperanza, el agradecimiento, la sabiduría, los sueños, la humildad, el arrepentimiento, y el amor para los demás y propio son cosas fundamentales para llamarse GENTE.

Con gente como ésa, me comprometo para lo que sea por el resto de mi vida, ya que por tenerlos junto a mi me doy por bien retribuido. GRACIAS POR SER DE ESA GENTE.


Mario Benedetti

viernes, 9 de octubre de 2009

Yo no lo sé de cierto

Yo no lo sé de cierto, pero supongo
que una mujer y un hombre
algún día se quieren,
se van quedando solos poco a poco,
algo en su corazón les dice que están solos,
solos sobre la tierra se penetran,
se van matando el uno al otro.

Todo se hace en silencio. Como
se hace la luz dentro del ojo.
El amor une cuerpos.
En silencio se van llenando el uno al otro.

Cualquier día despiertan, sobre brazos;
piensan entonces que lo saben todo.
Se ven desnudos y lo saben todo.

(Yo no lo sé de cierto. Lo supongo)

Jaime Sabines

La última palabra

Guenda nabani xhianga sicarú
ne gasti rú ni ugaanda laa.
Diuxhi biseenda laanu idxi layú
ne laa cuidxi laanu ra nuu.

Guenda nabani xhianga sicarú
ne gastirú ni gugaanda laa.
Guirá nu napa nu xhi gati nu
ne irá nu zabii nu ra ba.

Nápu qué gápu zie lu
cadi ti nápu ziáanu
Nahuiini naró guirá zabii
cadi guixhi huidxe gúuyu laa má zeeda-bí

tí bisaana stí,
nga huaxha qué ziuu dxi.
Laanu má ziuu nu guibá
Xhunaxhi dó nga gapa laanu ndaani ná.

Má ziuunu nacahui riaana ndaani yoo.
Huadxí siadó ni biaana ruuna ré nisa lú xpidó.
Ne ruxhui lú, zuhuaa lu galaa bató ti nisa dó
canaba lu Xhunaxhi dó
cú laabe ndaani ládxi dó.

Chú Rasgado

El viento y lo que fuí

Cada vez que visites el sitio
donde vimos mar
tu cabello se deje
seducir por el aire
no pensarás que ese aire ligero
que se toma derechos
de repasar tu cuerpo
sea fruto de un embrujo
de un hechizo muy tierno
de noches de ansiedad.

Asi fue, familiar tus mejillas
tus labios, tu piel
la repasé con miedo
fue parte de mi vida
el viento y tu hacen el mismo juego
de ser nítido en tardes
repasando tu cuerpo
quizá no te des cuenta
la dimensión que encierra
el viento y lo que fuí.

No imaginas todo lo que esconde
simple divagación
de un poeta perdido
joven de fin de siglo
que como hoy, en tardes como esta
fuí como aire ligero
se toma derechos
quizá no te des cuenta
la dimensión que encierra
el viento y lo que fuí

lo que fuí...
 
Jair Durán

Junto a mí

Nunca había sentido lo que hoy estoy sintiendo,
te tengo tan cerca pero te siento tan lejos,
sin poder rozar tu dulce mano ni rozar tu pelo,
sin poder rozar tus dulces labios con mi besos.

Me muero de ganas de poder decir: te quiero,
me muero ed ganas de tenerte junto a mí,
quisiera que el tiempo que compartimos fuera eterno
y que tu corazón tan solo fuera para mí.

Roberto Bórquez - El chucky.

No es nada de tu cuerpo

No es nada de tu cuerpo
ni tu piel, ni tus ojos, ni tu vientre,
ni ese lugar secreto que los dos conocemos,
fosa de nuestra muerte, final de nuestro entierro.

No es tu boca -tu boca
que es igual que tu sexo-,
ni la reunión exacta de tus pechos,
ni tu espalda dulcísima y suave,
ni tu ombligo en que bebo.
Ni son tus muslos duros como el día,
ni tus rodillas de marfil al fuego,
ni tus pies diminutos y sangrantes,
ni tu olor, ni tu pelo.

No es tu mirada -¿qué es una mirada?-
triste luz descarriada, paz sin dueño,
ni el álbum de tu oído, ni tus voces,
ni las ojeras que te deja el sueño.

Ni es tu lengua de víbora tampoco,
flecha de avispas en el aire ciego,
ni la humedad caliente de tu asfixia
que sostiene tu beso.

No es nada de tu cuerpo,
ni una brizna, ni un pétalo,
ni una gota, ni un grano, ni un momento.

Es sólo este lugar donde estuviste,
estos mis brazos tercos.

Jaime Sabines

Espero curarme de tí


Espero curarme de tí en unos días. Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible. Siguiendo las prescripciones de la moral en turno. Me receto tiempo, abstinencia, soledad.

¿Te parece bien que te quiera nada más una semana? No es mucho, ni es poco, es bastante. En una semana se puede reunir todas las palabras de amor que se han pronunciado sobre la tierra y se les puede prender fuego. Te voy a calentar con esa hoguera del amor quemado. Y también el silencio. Porque las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada.

Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y subversivo del que ama. (Tú sabes cómo te digo que te quiero cuando digo: «qué calor hace», «dame agua», «¿sabes manejar?», «se hizo de noche»... Entre las gentes, a un lado de tus gentes y las mías, te he dicho «ya es tarde», y tú sabías que decía «te quiero»).

Una semana más para reunir todo el amor del tiempo. Para dártelo. Para que hagas con él lo que quieras: guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura. No sirve, es cierto. Sólo quiero una semana para entender las cosas. Porque esto es muy parecido a estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón.

Jaime Sabines.